miércoles, marzo 25, 2009

Una joyita que encontré

Quienes vivimos en ciudades grandes y lo disfrutamos (porque hay quien se la pasa quejándose de tener que soportar el ruido, la contaminación, el interminable tránsito vehicular, etc.) decimos que no nos gustaría vivir en otro tipo de ambiente porque aquí hay tanto qué hacer y en ciudades más chicas o pueblos, nos aburriríamos tremendamente porque a las dos semanas ya conociste todo lo interesante que tiene ese lugar.

Pero, úchala mano, cuando preguntas a los habitantes de estas grandes ciudades qué es lo que hacen con su tiempo libre para aprovechar su ciudad, la mayoría no hace nada diferente cada semana (hay quien siempre siempre va al cine o a dar la vuelta al mall -porque ir de shopping está muy difícil con la crisis- o de plano se queda encerrado en su casa viendo la televisión).

En fin, para no hacer esta introducción demasiado larga, me gustaría proponer que disfruten las cosas maravillosas que tienen las grandes ciudades que habitamos y, como mi gran ciudad es la Ciudad de México, pues quiero proponer que disfrutemos todo lo que esta ciudad nos ofrece -desde opciones muy cultas hasta las más populares, desde lo más clásico hasta lo más alternativo, desde lo más caro hasta lo gratuito-. Así, sin más rollo, quiero hablar de una joyita que me encontré el otro día mientras estaba buscando unos proveedores para mi trabajo: El Museo de la Ciudad de México.

Este museo se encuentra en la esquina que hacen la Avenida Pino Suárez con la calle de República de El Salvador, en lo que fuera el palacio de los Condes de Santiago de Calimaya, una influyente familia de la alta nobleza de la Nueva España. Es una construcción dentro del mejor estilo barroco novohispano y solo por ver la construcción valdría la pena la visita.

Un hecho que me llama mucho la atención, es que en la mera esquina, el palacio tiene una piedra con forma de cabeza de serpiente, este monolito es una pieza prehispánica, pues en la época en que se construyó, estaba de moda utilizar fragmentos de construcciones de los antiguos mexicanos para darle un toque original a la construcción.

La entrada al lugar cuesta 20 pesos (aproximadamente US$1.50) y si es uno estudiante, maestro, menor de 15 años o mayor de 60, se paga la mitad.

Este museo principalmente presenta exposiciones temporales (cuando yo fui había una sobre Luis Barragán, otra sobre fotoperiodismo de 2008 y una -desde mi punto de vista la más interesante- de mapas antiguos de la Ciudad de México) relacionadas con la historia, el acontecer diario y las visiones del futuro de la otrora Región más transparente. Aparte de ello, tiene unas pequeñas muestras (capilla, sacristía y sala de música) de cómo era la vida de una familia aristocrática del virreinato, el estudio del pintor impresionista Joaquin Clausell y la bibliteca Torres Bodet. Además se realiza gran variedad de eventos, el día que yo fui se estaba inaugurando un concurso de danzón.

En fin, una opción accesible, interesante y que realmente vale la pena para los habitantes y visitantes de esta ciudad.

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