Este artículo, lo copié de www.yoinfluyo.com.mx
Educación o información sexual.
José de Jesús Castellanos.
Las evaluaciones que se han hecho a nuestro sistema educativo, internas y externas, lo han reprobado. La calidad es muy baja y no tiene competitividad mundial, es una vergüenza, hay que reconocerlo. Estas evaluaciones toman elementos cuantitativos fáciles de medir y se refieren, principalmente, a conocimientos. Si nos vamos al campo cualitativo, el saldo podría resultar peor. Desde tiempos de Luis Echeverría se echaron por la borda los pocos valores que se mantenían en el sistema escolar que permitieran hablar de educación y no sólo de instrucción.
Bajo esta premisa, ¿cómo no va a ser preocupante el contenido de unos libros de texto que pretenden dar instrucción sexual? ¿Se trata de una simple información biológica? ¿Desde ese punto de vista, qué se puede añadir a lo ya sabido? ¿Hay algún nuevo descubrimiento?El tema siempre ha sido polémico, y no precisamente en la materia de biología. Los debates siempre han existido en torno a lo que en mis tiempos era “Anatomía, fisiología e higiene”, porque ya no se trataba únicamente de los aspectos biológicos, sino de procesos humanos y sus consecuencias. Ya entonces existían opiniones “médicas” a favor de la masturbación. Había prevenciones sobre las enfermedades venéreas, las advertencias y los remedios. Para ello no se requerían textos especiales, de hecho eran muy escuetos. Todo dependía de una visión axiológica de los maestros. Los había corruptores, que invitaban a vivir las experiencias en clases prácticas; los había tolerantes con cualquier conducta, advirtiendo los riesgos y peligros, así como el medio para resolverlos y, finalmente, los había formadores, que iban más allá de lo puramente fisiológico o lo “higiénico”, sino que daban sentido humano, de responsabilidad y trascendencia a los actos sexuales como funciones vinculadas a la transmisión de la vida.Ciertamente en aquellos años, aunque ya se conocían métodos de control natal, no se había generado una cultura antinatalista que desvinculara las relaciones sexuales con la transmisión de la vida y, menos aún, se promovía la transmisión de la vida sin relaciones sexuales a través de la fecundación in vitro. No se soñaba, siquiera, en la clonación. En aquellos tiempos el género no tenía nada que ver con la “libre orientación sexual”. Por el contrario, se sabía que al nacer somos hombres o mujeres, que los hermafroditas –si los había- eran errores de la naturaleza. Que el homosexualismo o el lesbianismo era un problema de identidad, por causas psicológicas. Se afirmaba sin temor a dudas, que el sexo no es sólo biología, sino parte de la vida misma en todas sus expresiones; que al ser sexuados no nos referimos a los órganos genitales, sino a diferencias profundas entre hombres y mujeres, dentro de una misma dignidad humana. Hoy pareciera que toda esa claridad de ideas, conceptos y conocimientos se ha echado por la borda y que hay que inventar una “nueva cultura” –moderna- para construir ideológicamente una nueva realidad.Los pedagogos autores de los modernos libros con los que se pretende instruir a las nuevas generaciones –porque no se busca educarlos- se rasgan las vestiduras porque hay quienes son “moralistas” y objetan la forma brusca de informar y de deformar las mentes de púberes y adolescentes en los momentos mismos del despertar del sexo. Ingenuamente creen que informando bien de las cosas, se evitan conductas indeseables.La experiencia reciente, no sólo en México sino en todo el mundo, es que entre más información sexual “instructiva” se da, mayores son los efectos negativos. El mundo de lo cognoscitivo y de lo volitivo no van necesariamente de la mano. Esto se sabe no sólo en el caso del sexo, sino en el del mundo de las adicciones. La simple información da conocimiento, pero no da protección. Por el contrario, una pura y sola información, despierta a mayor curiosidad y suele alentar los deseos de experimentar y quedar atrapado.En la sociedad erotizada que vivimos, estamos rodeados en los medios de comunicación, en la moda, en las actitudes y en las conductas, por una libertad sexual que parece moderna, pero que en la práctica lleva a situaciones que luego lamentamos: los abusos sexuales a menores de edad; el creciente número de madres solteras y la consecuencia de hijos abandonados en situación de calle; la promiscuidad; el incremento de las enfermedades venéreas; la aparición del SIDA; la disolución familiar, etc.Se puede ser un experto sexólogo, conocedor de fisiología, anatomía, higiene y técnicas sexuales, pero eso no convierte a nadie en virtuoso ni evita los males que el abuso sexual ha introducido en la sociedad contemporánea. Los libros de texto que ahora se pretenden imponer como “técnicamente correctos” no son humanamente correctos, porque tienen una visión estrecha de la sexualidad y si los cursos los imparten maestros como las hordas de Oaxaca, ¿qué se puede esperar? En poco tiempo estaremos lamentando los efectos, sin querer ver ni prevenir las causas.
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