- La amistad, como todo aquello relacionado con el amor (relaciones de pareja, de padres con hijos, con Dios), es una relación en la que YO estoy dispuesto a darte a TI mi amor y mi vida.
- Si bien para que exista una relación completa de amistad, debe haber reciprocidad, creo que yo puedo estar dispuesto a ser amigo de todos y entregarme por completo, aunque no siempre reciba algo a cambio.
- Dicen que los amigos se cuentan con los dedos de la mano, sin embargo yo he tenido la fortuna de conocer gente (mucha más de 5), a quienes tengo que considerar mis amigos, porque no son ni mis compañeros de trabajo, ni mi familia, ni simples conocidos, aunque algunos de ellos tenga mucho tiempo que no veo.
- El mejor amigo que podemos tener es aquel que siempre siempre va a estar a nuestro lado, aconsejándonos, aceptándonos tal como somos, cuidándonos y perdonándonos sin fallarnos nunca y ese único amigo perfecto, es DIOS. Procuremos corresponder a su amistad.
Creo pues que la amistad es un don que se nos da sin merecerlo (como todos los dones) y que deberíamos a la vez ofrecerlo todo el tiempo a toda la gente. Nunca sabemos si ese que está enfrente podría llegar a ser un gran amigo.
Si es que alguno de mis amigos lee esto, le pido perdón por no haber estado más cercano en las últimas fechas y ofrezco mi amistad sincera a quien no conozco todavía.
Finalmente, quiero agradecer a Dios por los viejos amigos que tengo y por los nuevos amigos que hice en esta semana pasada en una maravillosa parrillada a la que asistí (por cierto, que los cortes de carne estaban realmente exquisitos).
Ave!
1 comentario:
Efectivamente, ¡vaya don que es la amistad! Es uno de aquellos por los que más agradecido estoy a Dios.
Mira estas palabras de Saint-Exupéry, me parece que expresan "recontra bien" (así decimos por aquí) una profunda experiencia de amistad:
"[Amigo,] En tu casa puedo entrar sin vestirme con un uniforme [...] sin
renunciar a nada de mi patria interior. Junto a ti no tengo ya que
disculparme, no tengo que defenderme, no tengo que probar nada. [...] Yo[,]
que como todos experimento la necesidad de ser reconocido, me siento puro en
ti y voy hacia ti. Tengo necesidad de ir allín donde soy puro. [...] Te
estoy agradecido porque me recibes tal como soy. ¿Qué he de hacer con un
amigo que me juzga? Si recibo a un amigo a mi mesa, le ruego que se siente,
si renquea, pero no le pido que baile. || Amigo, tengo necesidad de ti como
de una cumbre donde se puede respirar".
(Antoine de Saint-Exupéry. _Carta a un rehén._ Trad. de Susana Saavedra y
Marco A. Galmarini. Versión castellana de la 139° ed. francesa. Buenos
Aires: Goncourt, 1967, pp. 65-67).
Publicar un comentario