En uno de los relatos que me parecen más claros y amenos de los cronistas de indias, el padre Joseph de Acosta, en su Historia Natural y Moral de las Indias, publicada en Sevilla en 1590, nos va narrando sus reflexiones que ha hecho luego de habitar la parte del mundo que los europeos acababan de descubrir.
Es muy interesante ver cómo, contrario al pensamiento de muchos personajes de su época e incluso yendo a veces en contra de lo que los grandes maestros de la antigüedad pensaban y habían dejado escrito, de Acosta expone con decisión sus opiniones y su forma de ver las cosas.
Otro aspecto que me parece muy interesante es ver como intenta conciliar la Sagrada Escritura con su análisis de la realidad, incluso diciendo que la Biblia justifica el concepto de la redondez de la tierra, pero va mucho más allá, pues llega a ridiculizar a quienes consideran que el único conocimiento válido es lo que se encuentra en la Biblia.
Contradice a quienes sostenían que el cielo no cubría al Nuevo Mundo, sostiene que la Tierra está en medio del “mundo”, se burla de quienes decían que no podía haber gente en las antípodas porque estarían colgando de los pies e incluso llega a contradecir a Aristóteles, quien creía que no podría haber habitantes en la región Tórrida de la tierra.
Algo que me sorprendió realmente fue la teoría que el padre de Acosta plantea para pensar cómo pasaron a América sus primeros pobladores; luego de una muy larga disertación sobre la forma de navegar y las maravillas de la brújula (le llama la piedra imán) que ayudan a navegar y de cómo los antiguos no supieron utilizarla para indicar la posición geográfica, el autor llega a la conclusión de que sin ayuda de dichos instrumentos habría sido extremadamente difícil, cuando no imposible, poder pasar navegando del viejo mundo al nuevo y por ello, concluye que “es más conforme a buena razón pensar que vinieron por tierra los primeros pobladores de Indias.” Y no solo ello, propone que es posible que ambos mundos se juntan en algún punto o “a lo menos se avecinan y allegan mucho” (como en efecto es) y además de todo, su opinión más fuerte es que esto debe ser en algún punto del Ártico… ¡Lo único que le faltó plantear es que en una época esa parte había estado congelada!
En fin, un libro altamente recomendable, ameno, sorprendentemente moderno y de gran ayuda para comprender la historia de nuestro continente americano.
Ave!
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